Las aguas del lago, nos condujeron a escuchar las preocupaciones de Cacamatzin, el último rey de Texcoco.
También a mi solo,
hace poco me decían,
los que estaban en el juego de pelota,
decían, murmuraban:
¿Es posible obrar humanamente?
¿Es posible actuar con discreción?
Yo sólo me conozco a mi mismo.
Todos decían eso,
pero nadie dice verdad en la tierra.
Continuamos nuestra travesía contagiados por el desasosiego, mientras el viento nos mueve suavemente.
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